Análisis del impacto del mantenimiento de la colonia británica de Gibraltar en territorio español, destacando tres aspectos principales: los riesgos para la salud y seguridad de la población – especialmente por la presencia de submarinos nucleares en la base naval-, las implicaciones para la defensa nacional, y el efecto sobre la posición de España como potencia media internacional. Argumenta que el coste de mantener la colonia va más allá de las pérdidas fiscales por contrabando o diferencias tributarias, afectando a aspectos estratégicos y de desarrollo nacional. Critica la pasividad de la sociedad civil y política española ante esta situación, que se mantiene desde hace más de 300 años, señalando que es el único caso de colonia en territorio de un país europeo democrático.
Este artículo no pretende proporcionar a gente avispada una herramienta con la que llamar a la puerta del gobierno británico demandando más compensaciones y más inversión porque el coste de soportar la colonia de Gibraltar, sin hacer nada para evitar la carga, es mayor que el que se pensaba.
Se trata precisamente de todo lo contrario, es decir, de trasladar a la opinión pública indiferente la constatación de que el coste de soportar una colonia en nuestro país es muy elevado, tan elevado que no existe forma ni económica ni de ninguna otra índole capaz de redimir el quebranto que produce.
Se precisa que la sociedad civil y los políticos en general abandonen la pasividad de la que con raras excepciones se está haciendo gala en este asunto y trabajen de forma efectiva con el objetivo de restituir nuestra integridad territorial. En este sentido hay que aplaudir la iniciativa de la asociación Héroes de Cavite, excepcional en tanto que la mayor parte del conjunto de los españoles ha olvidado quiénes somos y se muestra condescendiente con este intrusismo anacrónico colonial británico.
Como en cualquier democracia representativa, el liderazgo y la máxima responsabilidad en lo concerniente con la descolonización de Gibraltar y su regreso a España corresponden a las autoridades civiles por más que la colonia plantee retos importantes para la seguridad y la defensa estando localizada en el corazón del estrecho de Gibraltar, en el centro del eje Baleares-Estrecho-Canarias, y albergando una importante base militar. En este contexto, el liderazgo escasea y las acciones de España se reducen a intervenciones rutinarias en foros diplomáticos internacionales y a reacciones de relativo alcance respondiendo a actuaciones británicas impropias de un país aliado y “amigo” para volver siempre al punto de partida o al de ganancia británica limitada (paso a paso) con respecto al estado anterior de las cosas en su consolidación como potencia colonial administradora. Más de 300 años ya.
Si la Unión Europea con cuatrocientos cincuenta millones de habitantes e integrada por 27 estados, con toda la complejidad que esas cifras entrañan, ha sido capaz de calcular el coste de no tener a la Unión Europea (alrededor del 5 por ciento de los PIB nacionales) es más que probable que la Administración española pueda evaluar de forma análoga el coste que supone alojar una colonia, con base militar incorporada, en nuestro territorio, en el área del estrecho de Gibraltar.
Del mismo modo que no hay constancia de que España cuente con una estrategia orientada hacia la recuperación del Peñón (en algunos ámbitos se considera que la sistematización de los procesos y las estrategias son cosas de extranjeros) tampoco existen datos sobre el coste real de la existencia de una colonia en nuestro territorio.
Pero, ¿por qué evaluar el coste de soportar una colonia de las características de Gibraltar?, ¿para qué?
A menudo se publican noticias sobre las cantidades que la hacienda pública española deja de ingresar como consecuencia de la diferencia de regímenes fiscales entre Gibraltar y su entorno geográfico en ámbitos como la venta y contrabando de tabaco, la distribución marítimo-terrestre de combustibles y la recaudación del IVA (impuesto europeo que gestiona la administración española). También son frecuentes las noticias sobre el gasto asociado a las operaciones de limpieza y restauración de ecosistemas costeros en episodios de vertidos de hidrocarburos por buques y otros.
Sin embargo, si el análisis sobre el impacto de la existencia de la colonia se limita a cuantificar el perjuicio que ocasionan a la hacienda española esos graves asuntos, el análisis queda incompleto porque se están obviando componentes derivadas del hecho colonial que también comportan perjuicios económicos directos y otros convertibles, de gran envergadura, entre ellas tres: riesgos para la salud y la seguridad de la población, alertas en defensa y la relegación de nuestro país al grupo de las naciones calificadas como potencias medias, coloquialmente la segunda división del concierto internacional.
No existen colonias en territorio de los miembros natos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ni existen colonias entre los miembros del G7. No se trata de reverdecer anhelos imperiales sino la constatación de que los ciudadanos de las llamadas grandes potencias cuentan con mayores niveles de renta, menores tasas de desempleo y disfrutan de mejores servicios. No hay una clasificación global de universidades en la que aparezca una española entre las cincuenta primeras; sólo ocho españoles laureados con el premio Nóbel en sus más de cien años de historia; la inversión en I+D+i es inferior al nivel adecuado, etc., y en situaciones de crisis sus países asumen el liderazgo internacional.
La opacidad preside todo lo relacionado con Gibraltar. No se han publicado resultados ni balances de la cooperación judicial y policial con el Reino Unido sobre el Peñón. Tampoco de la aplicación del acuerdo con los británicos en materia de fiscalidad y protección de los intereses financieros en relación con Gibraltar. Las negociaciones europeas para un tratado entre la Unión Europea y el Reino Unido que regule la relación de Gibraltar con nuestra UE se han mantenido hasta ahora en un estricto régimen de confidencialidad. Mientras tanto, los medios de comunicación españoles se limitan a difundir por distintos canales las notas de prensa publicadas por las diferentes organizaciones gubernamentales involucradas en la cuestión. Desde luego no existe periodismo de investigación sobre Gibraltar.
Riesgos para la salud y la seguridad de la población. Alerta en los sistemas españoles de defensa nacional.
En una multinacional tecnológica británica que fabrica componentes para submarinos nucleares aseguran que “manejar un submarino nuclear es uno de los trabajos más peligrosos del mundo. Cada vez que un submarino nuclear se hace a la mar, la tripulación pone su vida en manos de los hombres y mujeres que lo diseñaron y construyeron”.
En España ni se diseñan ni se construyen submarinos nucleares. No obstante, a pesar de que España ni produce ni consume armamento nuclear la población residente en el sur de España se encuentra particularmente expuesta a los riesgos de incidentes radiactivos por la existencia de la base aeronaval en la colonia de Gibraltar y por el uso recurrente que el gobierno británico hace de las instalaciones militares en el puerto y otros lugares del Peñón para proporcionar servicios de avituallamiento, mantenimiento y reparaciones a sus buques de propulsión nuclear, sin control de las autoridades españolas.
Existen registros de más de 40 incidentes de diferente peligrosidad en reactores nucleares británicos. Algunos, como el de Windscale ocurrido en la primavera de 1957, se encuentran entre los más graves de la historia del aprovechamiento de la energía del átomo para usos civiles y militares. La emisión de radiactividad de un reactor militar contaminó alrededor de 800 granjas y afectó al suministro doméstico de leche con estroncio-90, un isótopo radiactivo del estroncio. La leche se vendió al público sin ninguna advertencia. Un informe oficial evidenció que la radiación filtrada podría haber causado docenas de muertes por cáncer en las cercanías de Liverpool.
Aunque la zona considerada de exposición directa a los incidentes en reactores nucleares se establece con un radio de en torno a veinte kilómetros, dependiendo del tamaño de la fuente la zona afectada puede ser, por ejemplo, del tamaño de veinte veces la provincia de Cádiz como en el caso de Chernóbil.
La potencia nominal del reactor nuclear de Chernóbil era 3200 MW. Los submarinos de ataque británicos de la clase Astute de 7400 TPM (sumergidos) llevan un reactor nuclear PWR2 de 145 MW que impulsa dos turbinas de vapor y un propulsor de chorro de 20,5 MW. El primero de los buques se puso en servicio en 2010 y cinco se entregaron a mediados de 2021 a un coste de 1.982 millones de euros cada uno. Las nuevas versiones de este modelo de submarino no necesitarán reabastecimiento de combustible durante la vida útil del buque, unos 25 años. En marzo de 2011 se publicó una evaluación de seguridad del diseño del PWR2 que mostraba la necesidad de “mejoras”.
Un submarino nuclear de la clase Astute hizo una visita prolongada el pasado mes de noviembre a la base militar de Gibraltar sin que el gobierno británico confirmase el motivo. A la desconsideración que representa mantener una colonia en nuestro territorio, el “amigo” británico añade algunos extras como este del envío de submarinos nucleares poniendo en riesgo la salud de la población local y obligando a los sistemas de defensa españoles a dedicarles atención extra como intrusos, invirtiendo un tiempo y recursos que podrían ser necesarios para responder a otro tipo de amenazas externas en fechas en las que según informa el ministerio de Defensa de España el estrecho de Gibraltar ha estado siendo transitado por un número anormal de buques de guerra rusos involucrados en la situación por la que atraviesa Siria.
A episodios con participación de submarinos nucleares como el anterior se suma una larga lista en la que se incluye, como recordarán, el caso del Tireless que en mayo del año 2000 sufrió una pérdida de refrigerante en el reactor nuclear. Las autoridades británicas atracaron el buque averiado en el puerto de Gibraltar donde fue reparado de una grieta en una tubería de refrigerante que mantuvo al submarino inmovilizado en la colonia durante todo un año en contra de las previsiones de estancia corta anteriores a la llegada. También la de otro submarino nuclear, el Ambush, que navegando sumergido colisionó con un buque mercante cerca de Gibraltar.
La base militar colonial de Gibraltar se localiza entre Andalucía y Ceuta en un área que supera los 10 millones de habitantes de los que aproximadamente 400 mil residen en la “zona cero”. Se trata junto con el Sáhara Occidental (África) del único caso entre los territorios pendientes de descolonización en el que la colonia está enclavada en suelo continental con el agravante en el caso de Gibraltar (España/Europa) de que se sitúa además en una zona cuyo importante carácter estratégico se reconoce en todo el mundo: el estrecho de Gibraltar, uno de los corredores marítimos más transitados del mundo por el que pasan más de 100.000 buques cada año. Por él discurren rutas clave de intercambio de todo tipo de mercancías combinando los diferentes modos de transporte marítimo que conectan Europa, Asia y América.
Según la UNCTAD los nodos clave de la red global del transporte marítimo son: Malasia, Panamá, Suez y el estrecho de Gibraltar. El propio puerto de Algeciras es escala en rutas que lo conectan con algunos de los puertos más importantes del norte de Europa: Southampton, Róterdam, Bremerhaven, Amberes, Le Havre, Hamburgo, Gdansk a través de rutas como las EPIC y la AE10.El estrecho de Gibraltar une el mar Mediterráneo con el océano Atlántico y conecta las principales economías del mundo, alberga infraestructura crítica, incluidos gasoductos y conexiones eléctricas entre Europa y África, y es crucial para el flujo de petróleo crudo y GNL, principalmente a los mercados europeos.
La retirada de la Unión Europea está llevando al gobierno británico a sobreactuar y mostrarse especialmente beligerante en su afán por mostrar a la comunidad internacional que, a pesar del varapalo a la seguridad europea proporcionado con el brexit, continúa comprometido con la seguridad de Occidente. Esa actitud está provocando que países como Rusia la agresora e Irán vuelvan sus miradas hacia los territorios controlados por los británicos entre ellos Gibraltar, de forma que las amenazas a Gibraltar se interpretan como amenazas a las ciudades de su entorno geográfico. Aún se recuerdan en La Línea las bombas que cayeron en la ciudad por error durante los bombardeos a Gibraltar en plena Segunda Guerra Mundial.
Todas estas amenazas y peligros a la salud de las personas y a su seguridad, al comercio, a la economía, tienen un coste generado por el estatus colonial de Gibraltar.
España, una potencia media.
El siglo XX fue muy duro para España, incluyó una guerra civil y cuarenta años de dictadura. Se trata de la única de las potencias históricas que mantiene en su territorio una colonia. Albergar una colonia durante más de 300 años es un síntoma de debilidad. No hay expertos españoles en la cuestión de Gibraltar porque el resultado salta a la vista: continúa siendo una colonia. Si tuviéramos expertos en esta materia hace tiempo que España habría recuperado su territorio.
Soportar una colonia refleja debilidad política y económica. Los indicadores macroeconómicos españoles están lejos de los de las llamadas “grandes potencias” a pesar de que buena parte de ellas quedaron arrasadas tras la Segunda Guerra Mundial e incluso pertenecieron al grupo de los derrotados. España no ha sido capaz hasta hoy de convencer a los británicos para que dejen de comportarse como intrusos y abandonen Gibraltar.
Las potencias medias ganan menos que las grandes potencias y como comenté antes: historia, cultura, sol y playa aparte, los ciudadanos de las grandes potencias viven mejor. Habrá que reconstruir Ucrania, Siria, Irak, etc., posiblemente sentar las bases para un nuevo orden global. Los protagonistas serán los mismos si no se remedia. Los mayores inversores y por tanto los mayores beneficiarios por retorno serán las grandes potencias. La recuperación de Gibraltar no curará todos los males de España pero será indicativa de que el paciente ha mejorado y se ha avanzado. Se trata de la única colonia sobre el suelo de un país europeo y democrático.
Los ciudadanos españoles parecemos ajenos al riesgo que comportan para la salud y la seguridad la actitud británica y el trasiego de sus buques nucleares por nuestras costas y el coste asociado al hecho de permanecer en el grupo de las potencias medias después de haber sido la primera potencia global.
Miguel Atanet
La Línea a 15 de diciembre de 2024