Editorial Almuzara, en su sello Sekotia, acaba de publicar un nuevo libro de Alfredo Vílchez Díaz: “Anatomía de la Leyenda negra”, ya disponible en la red
Evidentemente, se trata de otro libro para contrarrestar la Leyenda Negra, o los «prejuicios antiespañoles», como otro autor la ha definido.
Se aborda de una manera distinta, reforzando el contenido con numerosos cuadros esquemáticos —más de setenta— e imágenes que ayudan a fijar mejor las ideas-fuerza que los textos exponen, lo que lo hace especialmente apto para la comprensión de conceptos.
Los datos que se incluyen son eso, datos, no alegaciones a tonos rosados ni áureos. Y ya se sabe aquello latino de «contra facta non sunt argumenta».
En un primer capítulo se habla de los orígenes del término y el concepto de Leyenda Negra, y su evolución.
En el segundo capítulo se entra ya en la historia comparada, porque basta echar un vistazo a los entornos europeos de la época para ver que todos los poderosos estaban inmersos en los mismos defectos de los que acusan a Felipe II, siendo, además, falsas en su mayor parte, las acusaciones que se lanzan contra el rey de España.
En el tercero se abordan las acusaciones de crueldad e intolerancia (por cierto, término que no existía en los siglos XVI y XVII), por sí mismos, y aplicados a la Inquisición. Española, por supuesto Si no lleva el adjetivo no es considerada peligro, y ni siquiera Inquisición. No es una historia de la Inquisición, sino una respuesta a las acusaciones.
El cuarto capítulo, el más extenso, está dedicado a demostrar con datos que sólo no fueron ignorantes los españoles de los Siglos de Oro, sino que en muchos campos de la filosofía, el derecho y la ciencia fueron por delante.
El quinto capítulo se sumerge en otro de los temas manidos: el del genocidio americano, incidiendo en el absurdo de crear hospitales, universidades, colegios, gramáticas indígenas y lazos familiares de mestizaje, tofo ello ¿para extinguir conscientemente una población?
Y un sexto capítulo se abre a esa ilusionante idea de la Hispanidad que surge en el mundo moderno y que aún puede hacer de los hispanohablantes una potencia mundial… si consiguen de nuevo la unión.
Alfredo Vílchez Díaz se licenció en Geografía e Historia en la Universidad de Granada, cuando las efervescencias del mayo del 68. Una vez con el título en la mano, le engañaron con poca paga y mucho trabajo en varios colegios, hasta que encontró lugar fijo en uno de Almería.
Después continuó las prácticas docentes en el extranjero durante tres años, y, a la vuelta, tuvo que integrarse involuntariamente en el destierro madrileño, encarrilando su vida lejos de su Granada y de su Sierra Nevada.
En la capital del reino (por entones llamado España), alternó su trabajo en la Administración Pública con los antiguos cursos de Documentación de la Biblioteca nacional, algo así como un master actual, siendo Diplomado en Archivos por ello. Después, por no abandonar la investigación histórica, dedicó seis años a elaborar su tesis doctoral en la Universidad Complutense.
Ya doctor, dio cursos en la Administración Pública y conferencias de historia, especialmente sobre la Leyenda Negra, en cualquier sitio donde lo llamaran, y los elementos de esas conferencias fueron configurando diversos libros que decidió publicar en digital para uso de quien tuviera a bien utilizarlos.
Ese raudal desembocó en el interés de unos editores por ayudar a combatir los seculares prejuicios antiespañoles utilizando papel impreso, lo que llevó a la publicación del libro que hoy motiva estas líneas.
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