Contestación a El Mundo y Daniel Arjona

Contestación a El Mundo y Daniel Arjona

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El pasado 14 de abril de 2025, el diario El Mundo publicó en su separata Papel el artículo de Daniel Arjona El día después de la conquista de América, en el que se hacía una crónica del libro 1493. Cómo el descubrimiento de América transformó el resto del mundo, del periodista norteamericano Charles C. Mann. Desde la Asociación Cultural Héroes de Cavite nos gustaría hacerle llegar y que publicara unas consideraciones sobre el referido artículo.

Nos alegra que autor del libro reconozca en su obra lo que supuso para la Humanidad los acontecimientos que España inició a partir del descubrimiento de América, tanto en lo que se refiere a comercio y globalización como a las primeras defensas de los derechos humanos y la teoría económica, merced a los pensadores de la Escuela de Salamanca y la influencia de sus dictámenes en nuestros gobernantes.

Sin embargo, cuando establece comparaciones entre el modelo que denomina expansivo de la Monarquía Hispánica y el modelo colonial del Imperio británico, es cuando discrepamos de su diagnóstico.

El argumentario de la superioridad anglosajona en la gestión de sus imperios –colonias en este caso- y en producir economías solventes en sus países herederos está muy extendido, sobre todo en las sociedades que reciben esta influencia directa –que son mayoría, incluidas las hispanas- Pero un análisis más exhaustivo de la tesis anterior demuestra que el señor Mann no tiene en cuenta datos y consideraciones como las siguientes:

  1. Menciona como supuestos éxitos de gestión colonial británica economías y sociedades pujantes y avanzadas como las de EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda… pero olvida otros países –también excolonias británicas- que contradicen dolorosamente este argumento: Namibia, Ghana, Kenia, Nigeria, Tanzania, Egipto, Sudán, Uganda, Dominica, Granada, Jamaica, Trinidad-Tobago, Guyana, Irak, Jordania, Malasia, Pakistán, Bangladesh, Papúa Nueva Guinea, Samoa, Fiyi… Algunos de ellos ostentan de los mayores índices de desigualdad, corrupción, inseguridad y pobreza del mundo.
  2. Se suele olvidar -no es este el caso, pero sí lo es de muchos otros opinadores- que, como ya hemos dicho antes, los principios básicos de la economía de mercado y del liberalismo económico fueron diseñados por académicos de la Escuela de Salamanca durante el Siglo de Oro español. Fue mucho antes que lo hicieran Adam Smith, Locke o los demás calvinistas y protestantes escoceses, y siglos antes de la Escuela de Economía austríaca, por ejemplo.
  3. Lo cierto es que, después de la ancestral ruta de la Seda que unía Asia con Europa -por cierto, sin participación alguna de anglosajones-, son las Españas –así, en plural- las que establecen la primera ruta del comercio mundial de la historia que unía Asia, América y Europa. Además de ser la más larga de su época -15.000 millas náuticas- duró más de 250 años.
  4. En cuanto a moneda de referencia, la historiografía anglosajona olvida el hecho de que el Real de a Ocho se constituyó como la moneda universal del comercio durante más de 300 años. La mayor duración jamás obtenida por una divisa. Además, el modelo del Real de a Ocho fue copiado por el dólar estadounidense, el dólar de Canadá, el yuan chino, el yen japonés, los pesos de las repúblicas independientes americanas, el peso filipino y otras monedas. Superó en duración al propio imperio español y fue de curso legal en los recién nacidos Estados Unidos hasta la promulgación del Coinage Act de 1857. Por comparación, la libra esterlina fue moneda de referencia unos 75 años –y no en todo el mundo-. El dólar americano lo lleva siendo desde 1944, compitiendo desde hace 20 años con el euro.
  5. En materia jurídica, el señor Mann desconoce u olvida mencionar que parte del derecho castellano se trasplantó a América, donde estuvo en vigor durante siglos. Además, se le fueron añadiendo sucesivas leyes protectoras de los indígenas, que se pueden encontrar en la Recopilación de las Leyes de los Reynos de las Indias, mandadas publicar por el rey Carlos II en 1681. Un aparato legal, ni siquiera parecido, no existe en las legislaciones británica, holandesa o francesa. Por el contrario, véase por ejemplo la declaración de Australia como Terra Nullius (1788), o la Indian Removal Act (1830) y el trato dado por EEUU a los nativos de Norteamérica. Para ver el resultado basta con comparar la distribución racial actual de la población de los países hispanos frente a la de EEUU u Oceanía.
  6. En materia de educación y sanidad, olvida mencionar las instituciones educativas y sanitarias creadas por España en su expansión imperial. El número de universidades, colegios virreinales y hospitales para toda la población tampoco admite comparación con las creadas -si es que lo hicieron- por otras potencias coloniales. Un ejemplo único es el de la campaña de vacunación gratuita contra la viruela (1803-1812), promovida por el Dr. Balmis y apoyada por el rey Carlos IV, que alcanzó a todo el imperio. Los territorios ultramarinos eran España y así lo recogió la Constitución de 1812.
  7. Olvida -y esto es fundamental- que los países de administración anglosajona que han crecido económicamente lo hicieron después de liberarse del yugo de la metrópoli. Sin embargo, los países hispanos comenzaron su decadencia precisamente a partir de su separación de España y fragmentación en microestados. El Reino Unido perdió colonias. Las Españas -europea y de ultramar- eran un solo reino, que se fragmentó. Esta es la gran diferencia de concepto entre ambas visiones expansivas.
  8. Desconoce, o no menciona, la participación –directa e indirecta- de Gran Bretaña en las guerras de secesión hispanoamericanas -siempre del lado de la oligarquía local criolla y alentando sus deseos de poder-. También ignora que esas guerras fueron en gran medida guerras civiles, con la mayoría de la población indígena del lado de la corona española.
  9. Tampoco habla de lo conveniente que fue para Gran Bretaña –y seguidamente para EEUU- la formación de esos países –pequeños, débiles y manejables-. Incluso Simón Bolívar se dio cuenta de la atomización y disensiones provocadas entre territorios hermanos e intentó reconducir la situación. Fue entonces cuando perdió todo el apoyo de Inglaterra -hasta aquel momento socia y aliada- y de la oligarquía local, de la que él mismo formaba parte.
  10. Otro punto tan importante como poco difundido es la enorme cantidad de reservas de metales preciosos que había en los bancos centrales de Ciudad de México, Buenos Aires, Caracas, Lima… en el momento de las independencias y lo que ocurrió con ellas. Muchos se sorprenderán cuando averigüen qué potencia (y no fue España) esquilmó esas reservas, apoderándose de ellas sin más, y usando una gran parte para otorgar carísimos préstamos a los microestados resultantes. Así nacieron enormemente endeudados y obligados a comerciar en exclusiva con esa potencia amiga, en las onerosas condiciones que esta decidió. Esta política sería seguida por la otra potencia angloparlante del continente.

En definitiva, lamentamos informar al autor que ni la raza, ni la sociedad, ni la cultura, ni la religión anglosajona son superiores a otras. Y mucho menos a las de la Hispanidad, de raíces grecorromana, mediterránea y católica, que se mezcló con los pueblos de América y dejó una forma de convivencia, un idioma y un acervo cultural que esperemos que -más pronto que tarde- sea redescubierto por sus herederos.

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