Para situarnos en la problemática, quisiera comenzar haciendo referencia al baremo de evaluación de la convocatoria de 2023 para los investigadores que soliciten el reconocimiento de excelencia de su trayectoria científica durante los últimos seis años. Esta evaluación la realiza la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación), y el 60% de la evaluación consiste en estimar su impacto científico, para lo cual se citan cinco puntos a considerar. De esos cinco puntos extraigo a continuación tres de ellos:
- Calidad editorial (publicaciones) o reconocimiento (otras aportaciones) del medio de difusión
- Internacionalización del medio de difusión
- Impacto científico del medio de difusión (editorial, revista, congreso, etc.)
Estos tres puntos hacen referencia a la calidad de la editorial y revista donde se publican los artículos científicos, es decir, como parte del medio de difusión (ponerlo en itálica es cosa mía para resaltarlo). Aunque aquí no lo mencionen, las revistas se suelen clasificar en cuartiles, de manera que las revistas en el primer cuartil son aquellas cuyo impacto se sitúa en la orquilla del 25% más alto entre todas las revistas del campo científico en que se encaja la producción científica del investigador. Así, se va disminuyendo en “calidad” pasando al segundo, tercer y cuarto cuartil. Para saber a qué cuartil pertenece una revista se consulta la base de datos Journal Citation Reports (JCR), dependiente del Institute for Scientific Information (ISI). Más concretamente, el índice que se emplea para cuantificar el impacto de una revista es justamente el llamado “factor de impacto”, y en virtud de su valor numérico se ordenan las revistas de mayor a menor factor de impacto. Su división en cuatro grupos determina el cuartil. Así JCR permite determinar la relevancia de una revista dentro de la comunidad investigadora de interés para la evaluación del científico.
Digo todo esto para que nos hagamos una idea de, por una parte, lo normalizado que está la medida de la calidad de la investigación publicada de un investigador a partir de en qué revista y editorial se ha publicado y, por otra, cómo esto se utiliza por las agencias de evaluación para determinar si se otorga a dicho investigador un aumento salarial, una plaza de duración parcial o indefinida en un centro de investigación o universidad, un premio, un proyecto o beca que supone el montante económico con el que el investigador deberá hacer frente a los gastos de su investigación, incluyendo material de distinta índole, gastos de viajes y dietas, posible contratación de ayudantes, etc.
Es por ello que no nos debe extrañar que sea de vital importancia para los investigadores en activo el poder disponer de artículos publicados en las revistas científicas del mayor factor de impacto posible y, por tanto, de revistas que figuren dentro del primer cuartil. Ni que decir tiene que todas las revistas (que yo conozco) en esas posiciones de privilegio dentro de la comunidad científica, reflejado por su alto factor de impacto dado por JCR, están escritas en inglés. Así las cosas, ninguna otra lengua puede competir actualmente con el inglés por lo que respecta a lengua vehicular para publicar los resultados de las investigaciones originales en la frontera del conocimiento. Esto hace que, por extensión, las grandes reuniones y congresos científicos internacionales también sean organizados en la misma lengua.
Dicho esto, hay todavía un campo en ciencia donde la lengua castellana tiene un desarrollo deficiente y que urge remediar. Se trataría de posibilitar la formación de las próximas élites científicas en su propia lengua vernácula. Esto se debe a que los libros de texto para las asignaturas científicas más especializadas empleados para los estudios de grado y de maestría en las universidades de los países de lengua española están casi exclusivamente en inglés. Para el alemán esta situación es mucho mejor pues, aunque sea una lengua hablada por un número mucho menor de hablantes, sí que cuenta con monográficos científicos especializados. En menor medida, éste es también el caso para el francés.
Me gustaría poner un ejemplo en mi campo de especialización de la Física Teórica. Yo soy profesor de una asignatura de cuarto de grado que posibilita una iniciación a la Teoría Cuántica de Campos. Sobre esa disciplina en español sólo he podido encontrar por internet libros poco más que divulgativos, y dos libros publicados por editoriales asociadas a universidades, de carácter eminentemente local. Por el contrario, si se hace una búsqueda en alemán de “Quantenfeldtheorie” uno encuentra muchos libros de texto en alemán. Además, ellos cuentan con la prestigiosa editorial científica Springer, con base en Heidelberg, tal que ella sola tiene varios libros sobre esa disciplina y muchas textos al respecto.
Desde mi punto de vista, sería muy beneficioso para la ciencia en español que se cuente con libros de texto de prestigio y de referencia para el estudio de materias científicas especializadas. Creo que esto permitiría crear un lenguaje normalizado para referirse a conceptos científicos que habitualmente se conocen en inglés, el lenguaje en el que típicamente han aparecido primero, por lo que comentaba al comienzo de este escrito. Hoy en día, el modo en que se traducen dichos conceptos es algo casi personal, propio de cada investigador. En el mejor de los casos se tienen términos que se han normalizado de una determinada manera para un país de habla española, mientras que otros los refieren de otra manera. También creo que el disponer los futuros científicos de una bibliografía de prestigio en español, ayudaría a crear entre ellos un mayor sentimiento de pertenencia a una familia hispana al haber experimentado de primera mano que esta lengua es igualmente apta para el aprendizaje y el quehacer científico de calidad. Por supuesto, los científicos de países hispano hablantes usan el español en sus comunicaciones personales y profesionales con otros colegas hablantes en español, pero muchas veces esta comunicación está plagada de neologismos y barbarismos.
Para conseguir un número mayor de textos en español creo necesaria una estimulación para que cada vez haya más científicos de lengua española que se decidan a escribir textos científicos en castellano, tanto originales como traducciones de otros manuscritos de calidad publicados en inglés o en cualquier otra lengua. Es así una doble vertiente: generar textos científicos originales y, asimismo, propiciar la traducción de manuscritos prestigiosos ya existentes para aprender las materias avanzadas. Muy posiblemente para poder poner en funcionamiento un programa similar se requeriría de la participación de gobiernos que puedan crear ese estímulo inicial que el mercado actual, acostumbrado a recurrir a monográficos en inglés, no está demandando directamente.
Finalmente, quisiera también indicar que sería muy bueno que se pudieran intensificar los lazos entre organizaciones científicas de distintos países de lengua española. En física ya hay ciertas iniciativas a ese respecto en América, como son el Centro Latino-Americano de Física (CLAF) con sede en Brasil, o la Escuela Latinoamericana de Física (ELAF) promovida por México. Parece que España no figura en dichas organizaciones, lo cual creo que es algo que habría que corregir. En cualquier caso, recalco que una mayor conexión entre instituciones científicas de habla española debería hacerse realidad. En particular, esto podría dar lugar a una editorial científica muy importante, con un mercado potencialmente grande de científicos. Además, de dicha editorial podrían pender revistas científicas de calidad, aspecto este muy importante. La idea es similar a lo que se ha hecho en China con la Academia de Ciencias de China, o CAS (por sus siglas en inglés). De manera que cuentan con revistas escritas en inglés que cada vez son más prestigiosas. Este prestigio hace que la publicación en cualquier otra revista de CAS, también en aquellas que sean publicadas en chino, tenga un prestigio científico adicional del que se carecería si todas las revistas fuesen solo en chino. Por supuesto, la CAS organiza reuniones científicas, y de ella penden distintos institutos científicos. Llegar a algo así podría calificarse de horizonte quimérico, pero al menos habría que empezar a dar pasos en esa dirección. Lo más urgente, y siendo optimista posible, es poder contar con una gran editorial científica en español de prestigio que pudiera generarse a partir de la colaboración de grandes instituciones académicas de varios países de habla española y/o de editoriales privadas.
No obstante, en ciencia hay una dificultad añadida para conseguir incrementar la cooperación entre distintos países de habla española. Ello se debe a la participación de los distintos países en organizaciones internacionales que nada tienen que ver con el ámbito hispánico, pero que surgen por la propia idiosincrasia científica, porque se trata de participar en colaboraciones gigantes que promueven experimentos, desarrollos teóricos, etc, del máximo nivel y que necesitan para llevarse a cabo de una gran colaboración a nivel internacional. Así las cosas, esto puede hacer que el interés en intensificar los lazos científicos entre países hispanos sea visto como algo secundario, dándose prioridad a la participación en tales colaboraciones internacionales gigantes.
Estamos en un momento histórico de gran crecimiento del número de científicos con español como lengua materna, que no es cuestión de un país concreto de habla hispana sino que involucra a toda la comunidad hispanohablante y que, por tanto, se requeriría de una iniciativa panhispana para posicionar culturalmente esta nueva realidad científica en español y potenciarla. Como se ha dicho, la profunda interconexión internacional que hay en ciencia tiene un efecto potenciador del inglés como lengua franca. No obstante, sí que hay nichos donde el uso del español se podría fortalecer considerablemente, como son aumentar el número de monográficos en español para materias especializadas y, sobre todo, conseguir una gran editorial científica de prestigio mediante la colaboración de instituciones científicas que involucre, al menos, los países más grandes de habla española.